Hondarribia
¿Qué mejor forma de disfrutar del patrimonio natural de una ciudad alejándose un poco del casco urbano y gozar de vistas espectaculares que nos transmitan su belleza y su sosiego? Si nos dirigimos hacia el monte Jaizkibel por la carretera litoral llegamos a las alturas del Cabo de Higer donde se encuentra una interesante construcción del siglo XIX, punto de partida de varios senderos de montaña que nos ofrecen bellísimas panorámicas. Concretamente, de aquí parten el sendero Talaia que bordea los acantilados hasta Pasai Donibane y el GR11 que atraviesa todos los Pirineos del extremo occidental hasta el extremo oriental.
HISTORIA DEL FARO DE HIGER Y SU ENTORNO NATURAL
El Faro de Higer se caracteriza por su torre cuadrangular que alberga otra octogonal, construida en 1878 en un entorno silvestre y montañoso a pocos metros del acantilado. Gestionado por la Capitanía del Puerto de Pasajes, la óptica giratoria de su linterna alcanza las 23 millas náuticas. Se ubica a 65 metros de altura, con una torre de piedra de 21 metros, la más alta de los faros vascos. El cabo de Higer donde se halla el faro tiene la particularidad de ser el faro más oriental del mar Cantábrico y la punta más occidental de los Pirineos.
CALAS DE JAIZKIBEL Y LITORAL VASCO-FRANCÉS
Aunque no se recomienda bajar por los acantilados por la inestabilidad del terreno, resulta interesante acercarse al faro para observar desde la distancia, recorriendo los senderos que lo rodean, las hermosas calas por las que se infiltran las aguas del Mar Cantábrico y los pequeños islotes que se desmarcan sobre el océano. Dotado de dos asombrosas panorámicas, se puede avistar el paso de las aves marinas y, en los días más despejados, se puede contemplar todo el litoral de la parte Norte del País Vasco desde el municipio vecino de Hendaye hasta la ciudad de Biarritz.
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Irun
En las faldas del Parque Natural de Aiako Harria se esconden las huellas de la historia minera que se remontan hasta la época de la romanización (Oiasso) del territorio del Bidasoa. Desde el mágico entorno de Ibarla, cerca de la sidrería Ola parte un sendero de acceso a los Hornos de Irugurutzeta donde se pueden explorar las minas cercanas. Si nos adentramos aún más entre los caminos de montaña podemos perdernos por un momento entre la naturaleza más embriagadora hasta llegar a paisajes de ensueño como la cascada de Aitzondo.
CONJUNTO HISTÓRICO DE LOS HORNOS DE IRUGURUTZETA
Los cotos mineros del Bidasoa, como Meazuri, San Narciso etc... generaron importantes recursos al territorio durante dos milenios hasta una época muy reciente. De esta intensa actividad extractora subsisten todavía los restos de ruinas y raíles entre los que destacan los Hornos de Irugurutzeta como testimonio de los procesos de preparación y calcinación de mineral. Tras realizarse su renovación, el recinto cuenta con un Espacio de Interpretación del Entorno Minero, a partir del cual se organizan visitas guiadas para obtener una completa comprensión del proceso industrial que se desarrolló en este entorno, incluso accediendo a las excavaciones que se adentran en el corazón de la montaña.
SENDERO DEL COTO MINERO HACIA LA CASCADA DE AITZONDO
Si se quiere ir más allá para aventurarse en los tiempos de la extracción minera, existe un hermoso itinerario de unos 2 kilómetros ida y vuelta que, partiendo desde los mismos Hornos, nos conduce hacia la Cascada de Aitzondo, la más alta de la provincia de Gipuzkoa con una altura de 140 metros. El recorrido, a pesar de tener un par de subidas duras, es relativamente fácil para las personas acostumbradas al senderismo y atraviesa diversas zonas de extracción como túneles, canteras y escombreras siguiendo el paso del antiguo tren de transporte de minerales.
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Hendaye
Lugar emblemático dónde los haya, el Dominio de Abbadia, propiedad del Conservatorio del Litoral heredado del gran científico y viajero del siglo XIX Antoine d’Abbadie d’Arrast, esconde auténticas joyas de la arquitectura y de la naturaleza. Además del propio castillo que hizo construir a Viollet-le-Duc, alberga varios senderos que nos conducen entre bosques y jardines hasta llegar al borde del litoral, desde donde se pueden observar desde las alturas y la distancia los tesoros geológicos que dan forma a la línea de costa.
LAS ROCAS GEMELAS, UNA JOYA DE LA GEOLOGÍA VASCA
Estas célebres rocas que caracterizan a la playa de Hendaya compuestas de caliza rosada son el testimonio de la erosión oceánica y forman parte del flysch geológico donde todavía se estudian las grandes evoluciones de la historia de nuestro planeta. Contrariamente a otras partes del litoral vasco, estas rocas parecen resistir bastante al paso del tiempo y albergan un gran número de nidos de aves oceánicas. Se estima además que una tercera roca terminará descolgándose de la costa atlántica convirtiendo al conjunto en trillizos.
EL DOMINIO DE ABBADIA, UNA BELLEZA ESPECTACULAR
Además de las propias rocas, desde los senderos cercanos a la Punta de Santa Ana, el Dominio de Abbadia nos ofrece unas vistas inolvidables sobre la impresionante orografía que caracteriza a la desembocadura del Bidasoa y la costa atlántica. A pocos metros de separación podemos por un costado contemplar la calma de las aguas fluviales que se echan al mar entre las playas de Hendaye y Hondarribia, y por el otro costado escuchar el ritmo de las olas que terminan su viaje marítimo chocando contra los acantilados que nos cautivan por su morfología tan accidentada como sorprendente.
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